sábado, 1 de febrero de 2014

De Fondos Helados, Orejas Roídas y Necesidad de Arrepentimiento...

27 De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor.
1 Corintios 11:27
Tal vez Dante tenía este pasaje en mente cuando imaginando lo que nos aguarda tras la muerte, escribió la Divina Comedia.
En su poética descripción del fondo helado del infierno, donde los fraudulentos y traidores son enterrados bajo hielo en perpetua solitud, Dante, el pelegrino, se encuentra a una pareja malditos a una comunión diabólica:

Conde Ugolino y el Arzobispo Ruggieri, dos figuras prominentes de la Pisa de la época.

Con solo sus cabezas aflorando a ras de hielo, Ugolino muerde frenéticamente la cabeza de Ruggieri 'como un hombre con dientes hambrientos llora por pan'.
Han arrastrado su rencor político y rivalidad familiar con ellos al fondo del Abismo.

En vez de avanzar hacia una transformación en santidad por la Luz de Dios, los condenados permanecen tal como eran al morir: Llenos de odio y ciegos a todo lo que no sea ellos mismos.

Ugolino lamenta su muerte por inanición a causa de las conspiraciones de Ruggieri, hablando de lo mucho que sufrió en vida, e ignorando el dolor que sus acciones habían causado a los demás.

A diferencia de la de Magdala, Tomás o Pedro ninguno de nosotros conoció jamás al Jesús histórico, sin embargo, estamos en mejor posición de entender quién fue/es.

Tenemos los Evangelios y muchas epístolas enseñándonos a encontrarle en los más pequeños, tenemos los testimonios de los hermanos que mediante sus vidas y muertes nos han mostrado cómo vestirnos de Jesús, tenemos los Sacramentos, los Bautismos, la Santa Cena y demás prácticas eclesiásticas para transformarnos en el Pueblo de Dios.

Y no obstante, la mayoría de nosotros seguimos tan despistados como la de Magdala, Tomás o Pedro, solo que con menos humildad y angustia cuando Cristo no está con nosotros.

Nos gustaría pensar que la mucha lectura, estudio y actividad eclesiástica nos ha hecho diferentes, ignorando que nos parecemos más a Ugolino&Ruggieri que a la de Magdala, Tomás o Pedro.

Ah claro, quizás no seamos tan malos como ese par, pero estoy seguro que ellos también tenían/tienen un buen concepto de sí mismos, con lo que la única diferencia entre nuestra ceguera y la suya es un asunto de grado, no de tipo.

Dante no escribió la Divina Comedia para imaginar lo que sería la existencia de los muertos tras la vida, sino para animar a los vivos a una vida tras Jesús.

Es hora de que nuestro corazón se inquiete por la resurrección del Señor tanto como lo fueron los de la de Magdala, Tomás o Pedro, pues ese pasmo ante la realidad y urgencia de lo sobrenatural es aquello que evitará que nos llenemos la panza de la oreja de algún otro des-Gracia-do en un fondo helado y sin esperanza alguna.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Eres libre de decir y defender lo que quieras, pero si insultas no me dejarás más remedio que enviar tu comentario a donde merece.
Compórtate con dignidad y guarda la imagen del hombre, pues es la imagen de Dios.