lunes, 10 de febrero de 2014

De 2 Corintios 3 o Cómo para Pablo Jesús es la Ley de Dios encarnada en el Poder del Santo Espíritu de Dios la cual Opera en Nuestra Justificación Diaria que Es por Fe... (2)

Sigamos.
El argumento de Pablo se sigue desarrollando más adelante,
4 Y tal confianza tenemos mediante Cristo para con Dios;
5 no que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios, 6 el cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu vivifica.

2 Corintios 3:4-6
Exacto, que la letra mata, mas el espíritu vivifica no es un principio abstracto sore obediencias externas e internas, sino que esta enseñanza está bebiendo de Moisés y los profetas.

Cuando a Israel se le entregó el ayo que es la Torah, permanecía en Adan.
Tanto en su tierra como en el exilio, Israel estaba posicionalmente en el primer exiliado de todos: Adan, alejada de la presencia, de la Paz de Dios que es la libertad del yugo del pecado.

Ah, pero ahora, dice Pablo, el Espíritu de Dios está cerca y nos acerca a Dios.
El Espíritu vivifica no porque se haya deshecho de la Ley, sino porque la ha revelado en Cristo el cual es la Ley eterna de Dios, la Nueva Torah.

Pero para entender la teología de Pablo sobre la Ley, uno debe tomar en cuenta la enseñanza judía sobre la Sabiduría.
Según Moisés, la Torah misma es la Sabiduría de Dios,
6 Guardadlos, pues, y ponedlos por obra; porque esta es vuestra Sabiduría y vuestra inteligencia ante los ojos de los pueblos, los cuales oirán todos estos estatutos, y dirán: Ciertamente pueblo sabio y entendido, nación grande es esta.
Deuteronomio 4:6
La Torah es según Pablo la Sabiduría de Dios, lde ahí que conocer a Jesús haga sabio al sencillo.

Cierto, en su primera epístola, Pablo apunta a Jesús como la Sabiduría de Dios,
30 Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención;
1 Corintios 1:30
La Sabiduría de Dios que es la Torah ha sido revelada en Jesús, pues Jesús -la Sabiduría de Dios- es la encarnación de la Torah.

Para Pablo, el Nuevo Pacto por el Espíritu ha sido iniciado en la resurrección de Jesús. El Nuevo Israel -el conjunto de judíos y gentiles que están en Cristo es la Asamblea, la Ekklesia de Dios, y Jesús es la Nueva Ley revelada por el Espíritu.

En consecuencia, el discípulo vive el Nuevo Pacto cuando en el Poder del Espíritu muere y resucita con Cristo, siendo uno con él, y siendo objeto por tanto, de sus méritos, de todo aquello que Jesús consiguió mediante su vida y muerte.

La letra mata pues el corazón de Israel era de piedra, dado que jamás recibió el Espíritu. Sin embargo, bajo el Nuevo Pacto de Gracia, Dios hace por nosotros lo que nosotros no podíamos hacer, y nos da mediante la acción del Espíritu un corazón de carne que en unión con Jesús nos permite andar bajo la Nueva Torah.

Pero fijémonos qué dice Pablo más adelante,
7 Y si el ministerio de muerte grabado con letras en piedras fue con gloria, tanto que los hijos de Israel no pudieron fijar la vista en el rostro de Moisés a causa de la gloria de su rostro, la cual había de perecer,
8 ¿cómo no será más bien con gloria el ministerio del espíritu?
9 Porque si el ministerio de condenación fue con gloria, mucho más abundará en gloria el ministerio de justificación.

2 Corintios 3:7-9
Nótese el paralelo entre ambos ministerios. La enseñanza de Pablo sobre la justificación es eminentemente jurídica, de ahí la metáfora del juicio, pero hay que tener en cuenta el modo en que es otorgada dicha justicia.

Es decir, la condenación que es lo opuesto a la justificación es muerte, de ahí que justificación sea Vida.

Esta es la razón por la que en Romanos Pablo contrasta condenación con justificación para vida.
La base para sostener esto es Jesús, el cual tomó sobre sí la maldición de Israel del exilio (lejanía de Dios y por tanto muerte).
Y dado que el exilio es muerte, mediante su propia muerte voluntaria, Jesús se llevó la maldición de Israel que era reflejo y resultado del primer exilio y maldición: la de Adan.

Jesús murió al cargar con nuestros pecados, pero como la condenación de la muerte fue derrotada en la cruz, Dios levantó a Jesús de los muertos.
Cierto, la resurrección de Jesús es la declaración de Justicia de Dios para con el Mesías, de ahí que todo el que muera con él mediante la fe que otorga el Espíritu, sea levantado de entre los muertos en vida en él y por tanto, sea justificado.

Queda mucho más que explicar, pero para no hacer esta entrada muy larga, continuaremos en una tercera parte.

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