miércoles, 19 de febrero de 2014

De Pablo, Natán, David y el Cristo...

7 Entonces dijo Natán a David: Tú eres aquel hombre.,,
2 Samuel 12:7
Al principio de la epístola a los Romanos, da la impresión que Pablo se presenta como el Alter-Ego de Natán, al acusar a Israel de ser Ese hombre...
Lo que condenas en los demás, son las mismas acciones que cometes, con lo que al señalar con el dedo te señalas a ti mismo, dice Pablo.

El propósito del apóstol es salvaguardar la integridad, la Justicia de Dios, al hacer ver al judío que Dios no comete infidelidad alguna al juzgar a Israel tal como hizo con David, su representante.

Cierto, en el Pacto davídico, el Rey funcionaba como el representante legal, la cabeza, de toda la nación, lo cual no es otra cosa que la sombra de Jesús, el representante del Pueblo/nación de Dios.

El pecado de David con Betsabé y su marido es el epítome perfecto del pecado contínuo y premeditado de Israel, un pecado que causa división en la Casa de David -Reino dividido-, y a la larga lleva a David al exilio durante la tempestuosa rebelión de Absalón.

La única restauración posible es mediante la paga del pecado en un representante -el Rey de Israel cuya sombra es David- aplicada a través de un arrepentimiento verdadero que se manifiesta en frutos de justicia.
Eso salvó la vida a David y eso me la salvó a mí, pues en vez de poner en duda la Justicia de Dios, la manifiesta.

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