martes, 28 de enero de 2014

De que No Se Trata de Bajar el Listón sino Reconocer la Incapacidad de Superarlo...

1 Se acercaban a Jesús todos los publicanos y pecadores para oírle,
2 y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Este a los pecadores recibe, y con ellos come.
3 Entonces él les refirió esta parábola, diciendo...

Lucas 15:1-3
Lejos de ser un grupo elitista, los Fariseos eran en realidad un grupo bastante popular entre las masas a causa de su perspectiva en relación a las leyes de Pureza, las cuales determinaban las condiciones bajo las cuales una persona podía purificarse delante de Dios, podía entrar en el único espacio de Santidad -el Templo-, y podía interactuar con otros miembros 'puros' o 'purificados' de una sociedad obsesionada con la pureza.

De este modo, de acuerdo a Levítico, toda persona que quisiera purificarse debía pagar aquello estipulado por los sacerdotes para que uno de ellos oficiara a su favor.
Todo un negocio para el sacerdote, mas no para la persona.

Así pues, los Fariseos vieron con malos ojos esta enorme carga que la Ley había impuesto sobre las clases más desfavorecidas, y lucharon para eliminar el costoso sistema sacerdotal, con el fin de sustituirlo por una serie de rituales de purificación más asequible para las masas. No en vano eran llamados 'el Partido del pueblo'.

Y en esas estaban los Fariseos tan felices cuando de repente aparece un rabino salido de no se sabe dónde, comiendo y bebiendo con impuros, y con nuevas ideas respecto al sábado...

'Pero quién narices crees que eres?
Hace décadas que queremos hacer la santidad más accesible para todos, que buscamos un avivamiento espiritual, que queremos acercar a los pobres a la pureza que solo pueden disfrutar los ricos, y tú lo tiras todo por tierra al mezclar los que buscan la pureza con los injustos, traídores, impíos e impuros.
Cómo narices vamos a enseñar a la gente a cumplir la Ley si nos mezclamos con los que la incumplen'?

Pero ese joven rabino de provincias no se excusa ni justifica por sus palabras ni mucho menos por sus acciones, sino que responde a la manera farisea:
Explicando una pequeña historia...

Una pequeña historia que re/trans-forme la mentalidad de los del Partido del Pueblo, los cuales con el tiempo habían puesto más cargas sobre el pueblo que decían defender que la misma Ley, una pequeña historia sobre un hermano que se moría de hambre en una tierra lejana, devastada por una 'gran hambre'.

Si se encontraba en esas circunstancias por su irresponsabilidad o por las circunstancias naturales -o ambas cosas- es lo de menos, el tipo se moría de hambre, de manera que empezó a desear lo que poco antes jamás se le habría ocurrido desear:
Llenar la panza con lo mismo con la llenan cerdos, animales impuros, para indignación de los puritanos Fariseos que le escuchaban.

Pero el moribundo renace, vuelve a casa, pide perdón a su padre y para sorpresa de toda la audiencia que esperaba una patada en el trasero de vuelta a la pocilga de la que venía el joven, el padre justifica a su hijo y le viste sin esperar penitencia alguna, mientras le cubre de besos y abrazos acaramelados.

Estamos ante una historia que solo buscaba sacar de quicio a los Fariseos?
No, estamos ante una historia que busca mostrar lo lejos que están de la voluntad del padre, que representa al Padre.
Tan lejos como el hijo mayor, el cual es su alter-ego.

Un alter-ego que protesta por la injusticia cometida, por la falta de retribución por su esfuerzo y la falta de severidad para con el disipador, sin darse cuenta que la distancia entre ellos y el Padre es inversamente proporcional a la cercanía entre la injusticia del hijo pródigo/los impuros y el hijo mayor/los que se consideran puros, de ahí que la reacción del hijo que se creía puro, evidencie la impureza de su corazón.

'No hay hermanos mayores', les dice Jesús a los disipadores de los bienes de Su Padre, 'no hay puros', añade, 'solo un puñado de des-Gracia-dos que están tan necesitados de confesión, arrepentimiento y perdón como el moribundo y disipador de los bienes de su padre de la historia...'.

Cuál era la alternativa a la imposibilidad de la observancia ritual, bajar el listón con nuevas leyes menos exigentes?
No, seguir el camino del hijo pródigo: reconocer la propia impureza, pobreza espiritual y necesidad, y volver a casa a pedir Misericordia.

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